De carrera con el invierno

La semana pasada llevamos como todos los años los paquetes con buzos y prendas que recolectamos en nuestra campaña. Durante este 2008 Silvina hizo una convocatoria abierta vía email que todos nos ocupamos de reproducir. Los resultados fueron muy buenos. Como todos los años, nos juntamos todos los talleristas a armar los paquetes con las bolsas para entregárselas a los chicos. Acá va un breve relato que hizo Maby de la noche previa a la entrega de buzos.



Desde el noveno piso se ven todas las luces de la ciudad, pero no hay caso, nada puede sacar la mirada de Sergio que está fija en una aguja inquieta por parchar y remendar algún punto escapado de los pantalones. Por su parte, Silvina llega pidiendo a gritos "una galleta aunque sea", porque a esa hora hay mucha hambre.
Apenas caído el atardecer, a las 19.30, todos los talleristas van llegando con una bolsa en la mano. La bolsa viene llena pero no sólo de buzos, también vienen pretenciones, ilusiones y un poco de alegría, porque el frío de a poco comienza a contrarrestarse.
Belén, nuestra nueva tallerista muestra uno a uno buzos hermosos por los que el resto se pelea, porque cada uno tiene su preferido, aunque sin haberlo exigido siquiera, quien les narra este encuentro disimula la alegría, porque el tapado más lindo quedó para Yolanda. Ignacio (el otro nuevo) también viene con lo suyo, pero lo de él llega en mochila, ¡y tiene ropa de muchos colores! La predilecta: una camisa, bien de verano, pero "muy linda, como para Brian".
"Esto no alcanza", y las bolsas se agitan en el aire entre el ojo afilado de Mariana y Alicia que van contando como al pasar cada ropa, y Silvina que no hace más que medir tratando de mirar en el aire a cada uno de los chicos mientras insiste con juntar todo para Carmen.
Por fin, Marisol tiene su equipo completo, y Rossana ahora siente que puede respirar. Mimí, hasta eso ya había llegado, se había sentado y desde lejos observaba a un grupo que esta vez no precisaba tanta ayuda como el año pasado, aunque ella sabe que necesitamos que esté.
"Estamos aceitados", se la escucha decir a Rossana. Y sí, este año la jornada de buzos estuvo signada por los colectivos que pasaban hasta muy temprano y nos dejaban caminando con bolsa y todo. Parecía que nada iba a terminar, sin embargo cual hormigas las cosas fueron pasando de mano en mano y la ropa quedó perfectamente doblada y cada paquete intacto, cerrado, con moño y mariposa. Uno a uno los talleristas armaron la retirada procurando asegurarse que estaban todos los chicos con su paquete y que cada preferido se llevaba el mejor equipo.
Con aire de satisfacción y cansancio, Rossana fue diciendo adiós y repitiendo hasta el hartazgo que "Mariana la iba a buscar a las nueve para cargar las bolsas y llevarlas".
Al otro día, cuando ya la fiesta no era nuestra, los chicos abrieron los paquetes y le pusieron moño a una nueva alegría.

MABY SOSA

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